Hoy en día, si no estamos en internet es como si no existiésemos. Y, aunque eso lleve a equívoco a muchas personas, no significa que lo que aparece en la red sea la fotografía completa… Pero sí es la primera impresión que damos a potenciales interesados en nuestro perfil, ya sea para contar con nuestros productos o servicios o para establecer algún tipo de contacto. Para ello, es fundamental que cuidemos nuestra reputación digital, ya sea un perfil personal o de empresa.
Cuando establecemos un contacto que puede llegar a ser interesante y le facilitamos la dirección de nuestros perfiles, tanto los corporativos como los personales, le estamos poniendo ante la fachada de nuestro edificio digital.
El nivel de actividad, estilo de publicaciones, actitud o interacción, entre otros muchos detalles, pueden ser muy elocuentes acerca de qué hay detrás de esos perfiles, por lo que para poder sacarle provecho en un plano profesional conviene seguir ciertas directrices y no caer en algunos errores comunes.
Internet: la cuna de tu reputación digital
Somos nuestros mejores embajadores, y la red es el mejor aliado posible. La reputación digital es la suma de todo lo que mostramos en internet y de todo lo que quienes nos conocen opinan públicamente de nosotros. Esa suma dará como resultado una fachada online con la que se toparán por primera vez quienes lleguen hasta nosotros: mostremos nuestra mejor cara. Aquí van cinco consejos básicos.
- No finjas ser lo que no eres. La sinceridad es básica en internet. Aunque la protección de tener una pantalla de por medio es tentadora para proyectar una imagen que no se corresponda con nuestra realidad, a la hora de establecer un vínculo real y desvirtualizar a quien está al otro lado del ordenador, la tablet o el móvil, todo sale a relucir. Mejor que no nos quieran por lo que somos a que nos quieran por lo que no somos: a la larga es insostenible. Sacar la mejor versión de uno mismo, sí; falsearla, no.
- Cuidado con el rastro que dejas. Internet tiene memoria, por lo que mejor evitar alimentar nuestra hemeroteca con algo de lo que nos podamos arrepentir en el futuro. Es posible que si alguien está pensando en, por ejemplo, contratarnos para un puesto de trabajo, o contar con nuestros servicios para su empresa, antes de tomar una decisión busque por internet cómo nos mostramos al mundo.
- Busca tus referentes. Los perfiles personales no son más que una proyección digital de lo que existe en la realidad: eso significa que hay tantos perfiles como personas, y que no hay dos que sean iguales. Por ello, podemos buscar cuentas a las que nos gustaría parecernos, aquellas que sepan transmitir sus ideas y valores, y adaptarlos a nuestro caso para presentarnos de la mejor manera posible.
- Cuida a los que están al otro lado. Si tu reputación digital te preocupa es porque quienes llegan a tu perfil son susceptibles de vincularse a ti a nivel profesional. Es decir, si tienen que confiar en alguien, contratar a un nuevo trabajador o encontrar a alguien que despierte su atención, es importante darles ciertos mimos. Seguir a quien nos sigue, interactuar, responder a todo… La amabilidad siempre tiene billete de ida y vuelta.
- Ofrece algo. Nuestro potencial como marca personal tiene un límite si no lo alimentamos: nuestro círculo social y familiar. Más allá, el vacío. Si queremos captar a gente de fuera de nuestra zona de confort, debemos ofrecerles algo que les atraiga, que nos convierta en referencia de un campo concreto y en alguien a quien merece la pena seguir. Si no, ¿por qué iban a hacerlo?
Estos consejos, prácticamente universales, son aplicables tanto a personas físicas que quieren expandir su marca personal en internet como a empresas preocupadas por su reputación digital. Si la cuidamos, somos diligentes y conseguimos minimizar las posibles crisis que puedan aparecer, contaremos con una gran ventaja sobre la competencia.