Independientemente de si un negocio ofrece servicios profesionales, si su fuerte es el comercio en internet o si es un fabricante de cualquier tipo de material, cuando se piensa en abrirse al mundo del marketing digital, el punto de partida debe ser el mismo. La página web es el pilar central de cualquier proyecto de marketing online, pero antes de ponerla en el escaparate conviene realizar un análisis para saber en qué punto se encuentra o qué mejoras necesita. Es decir, una auditoría web en profundidad.
La auditoría web es un estudio pormenorizado de la web, tanto a nivel visual como técnico, con el que analizar su estado en un momento determinado. Nos permitirá saber qué frentes de mejora podemos explorar -y explotar-, en qué hemos fallado hasta la fecha y qué errores graves podemos estar cometiendo que impiden a nuestra página web aparecer en los primeros resultados de Google.
Pero ¿cómo realizar una auditoría web? Conviene resaltar que auditar una página web es un trabajo técnico muy especializado y que, aunque podamos tener ciertas nociones o buen ojo para estos asuntos, es algo reservado a profesionales del SEO y el desarrollo con horas de vuelo a sus espaldas.
Auditoría web por dentro
Lo primero que deberemos analizar es en qué estado se encuentra la estructura de la web más allá de su lado visible. Hay problemas que pueden ir más allá de la apariencia e incluso el funcionamiento a nivel de usuario y que podrían penalizarnos en exceso. Por ejemplo:
- ¿Hay contenido duplicado. Google lo odia. Los usuarios lo odian. Y tú también deberías. Tener contenido copiado y pegado en nuestra web es una de las peores ideas si queremos aparecer en una posición privilegiada en los motores de búsqueda. Si no quieres ir página por página buscando el contenido en Google hasta hallar si aparece de forma idéntica en otras webs, algunas herramientas de análisis pueden hacerlo por ti.
- Número de páginas indexadas. Si el número de páginas que aparecen en Google y el número de páginas que tiene nuestra web son muy diferentes significa que hay mucho trabajo por hacer. Aunque algunas páginas puede no interesar que se posicionen (por ejemplo, el texto legal), conviene que el mayor número posible de páginas estén indexadas.
- Encabezados, títulos y metadescripciones. Google, como buen robot, todavía se pierde algunos matices. Por eso es importante que la web esté perfectamente jerarquizada y estructurada en función de las palabras clave que queremos que posicione, desde la página principal hasta los posts del blog, pasando por todas y cada una de las secciones. Eso implica un trabajo de encabezados (H1 los títulos, H2 los títulos secundarios, H3…) que permita a Google saber qué es lo importante y de qué trata cada página, así como las metadescripciones de cada una de ellas.
- Análisis de URLs. Las páginas web, especialmente aquellas que llevan más tiempo en línea, pueden ser un reservorio de enlaces rotos que harán que Google se confunda. Herramientas como Screaming Frog pueden ayudarnos a encontrar links rotos que queden por nuestra web para así corregirlos. También es importante analizar el linkbuilding, qué enlaces y desde qué webs llevan a la nuestra.
- Sitemap. Google penaliza a aquellas webs que no lo tienen. Es un paso sencillo de realizar y muy importante al mismo tiempo.
Analiza la parte visible de tu web
La auditoría web, aunque tiene en su parte menos visible la más importante, también puede servirnos -de manera más subjetiva- para ver si estética y funcionalmente la web cumple con nuestros objetivos. Algunos de los principales focos de mejora:
- Concepto. ¿Transmite la web lo que queremos? ¿Las imágenes reflejan quiénes somos, qué hacemos o qué vendemos? ¿Son los textos atractivos para un visitante que no nos conozca? ¿Los colores son coherentes con la imagen de marca corporativa? Hasta que todas esas cuestiones no puedan responderse con un “sí” rotundo, no habremos terminado.
- Presencia de CTAs. Los Call To Action son una parte fundamental de cualquier página web. Sin llegar a sobrecargar, su presencia debe ser notoria en las distintas secciones de la web, de forma visible y llamativa para los usuarios. También es aplicable a los datos de contacto: no se lo pongamos difícil a alguien que quiera realizar una consulta y no encuentre cómo hacerlo de manera sencilla.
- Usabilidad. Otra ronda de preguntas: ¿Se adapta bien todo el contenido a dispositivos móviles? ¿Responden de manera ágil todas las opciones de navegación y funcionalidades de la web? ¿El tiempo de carga es suficientemente rápido como para no espantar a nadie? Todas esas preguntas deben contestarse con un “sí”.