Nuevo periodismo

Nuevo periodismoDurante la última década, el estado general del periodismo ha dado pie a debates sobre la viabilidad del sector como negocio, la conveniencia de apostar por nuevos formatos, las exigencias del público nativo digital y la necesidad de reinvención del supuestamente anquilosado modelo impreso. El nuevo periodismo, los nuevos lenguajes, el periodismo de datos, los fact checkings, las fake news… Un mar de conceptos que ha dado pie a una necesaria cuestión: ¿Es el nuevo periodismo el futuro? ¿Realmente funciona la panacea que los gurús vaticinaban debía salvar la profesión?

El nuevo periodismo empezó a vislumbrarse con la crisis terminal en la que, hace ya una década, empezaron a entrar las cabeceras impresas. El cierre de la edición de papel de Público se vio como la primera ficha de dominó que daría paso a multitud de periódicos regionales cayendo, ediciones autonómicas de medios nacionales desaparecidas, EREs, reducciones de plantilla, precarización de los puestos resultantes y un panorama laboral apocalíptico para prácticamente cualquier persona que quisiera dedicarse a esta profesión.

Nuevos lenguajes. Nuevos formatos. Nuevas audiencias. El nuevo periodismo era una luz en el horizonte de un escenario oscuro. La forma de renovar mensajes y herramientas en una profesión que debía adaptarse a marchas forzadas al panorama digital para contentar a un público que ya no sabe lo que es pasar páginas de un periódico o una revista, sino saltar de una app a otra en la pantalla de un smartphone.

Pero la realidad, sin haber llegado a la meta, está a día de hoy alejada de las expectativas. El wishful thinking había proyectado un futuro de periodismo online sostenible, de redacciones juveniles y lectores agradecidos. Pero ese paradigma, por ahora, sigue siendo más un deseo que una realidad.

Salvo excepciones contadas (como Verne, bajo el paraguas de El País), las cabeceras que debían revolucionar la profesión y sostenerse en el tiempo a golpe de click han entrado en una espiral de cierres y caminos a medio recorrer. Eslang, BuzzFeed o PlayGround, durante sus respectivos periodos de actividad y publicación constante, han mostrado algunas de las líneas maestras que debían regir el nuevo periodismo: un lenguaje menos encorsetado, unas plataformas en las que los lectores tenían más protagonismo, una agenda temática que ponía el foco en cuestiones hasta ahora ignoradas y, en definitiva, un espacio en el que dar cabida a todo aquello que -probablemente- jamás aparecería en los medios tradicionales.

Pero no ha funcionado. No hasta ahora ni siguiendo esos modelos concretos. Es pronto para asegurar que el nuevo periodismo haya muerto, pero quizá sí deba replantearse sus bases fundacionales si quiere ser sostenible. Ni ha conseguido enganchar a los lectores más jóvenes a sus cabeceras, quizá ajenas a lo que hoy en día entienden como ocio o entretenimiento, ni ha despertado el interés de usuarios acostumbrados a dedicar parte de su tiempo a leer lo que los medios tienen que contarles.

Nativos digitales y sostenibles

La oleada de cierres de medios que predicaban el nuevo periodismo como una de sus señas de identidad pone de manifiesto el valor de lo conseguido por dos cabeceras que, si bien no pueden englobarse en esa forma de entender la profesión, sí han conseguido asentarse siendo nativos digitales. El Confidencial y eldiario.es, con unas líneas editoriales tan opuestas como sus propios formatos (todo gratis VS suscripción digital), demuestran que un medio de comunicación que tenga en internet sus cimientos puede funcionar… si encuentra un público y le da lo que quiere.

Pese a ello, las comparaciones son odiosas. El Confidencial y eldiario.es son una proyección digital del periodismo de escuela: investigación, documentación, análisis y enfoque como líneas maestras para presentar, sobre todo, información. Noticias. Historias. Algo que en lo que el nuevo periodismo no ha llegado a significarse ni definirse claramente: ¿Se trata de una evolución hacia el entretenimiento de la profesión? ¿Sigue siendo periodismo?

Los clickbaits como norma, por lo visto, no sirven. Ni medios que viven a base de lo más underground, de las listas de recopilatorio como plantilla para presentar su información y de un concepto anglosajón tan antiguo como el infotainment. El cierre de las cabeceras que abanderaban esta nueva forma de entender la profesión plantea un nuevo problema: si el viejo periodismo está obsoleto y tiene fecha de caducidad, pero el nuevo tampoco funciona… ¿Cuál es el futuro de los medios de comunicación?

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